Thursday, October 9, 2008

La gerencia estratégica y sistemática de los riesgos de la salud Por Andres Agostini (Arlington, Virginia, USA)








La gerencia estratégica y sistemática de los

riesgos de la salud

Andrés Agostini

Muy rara vez los esfuerzos humanos para identificar, evaluar y controlar los riesgos progresan desde sus raíces en las leyes morales. Sin embargo, el mundo parece seguir encaminado sincronizadamente hacia una situación amoral de “economía, eficiencia y de un sentido de actuar con diligencia”. Atrapados en esta suerte de “fuego cruzado” respecto de nuestros propósitos, el control de los riesgos de la salud tiene que decidirse por una alternativa. El abordaje sistemático (envolvente) de los riesgos provee de una metodología funcional para la traducción de los argumentos morales en el lenguaje tradicional de la gerencia bien comprendida, tal como lo son el costo, el desempeño y los cronogramas.

La vida humana es tan efímera. Su duración varía de una cultura a otra, de generación en generación y de acuerdo con la ocupación del individuo. Mientras no se haya desarrollado una solución racional, para eliminar la mortalidad humana, un esfuerzo considerable se ha desplegado a lo largo de la historia para extender la expectativa promedio de vida.

Dado el hecho inexorable que todos debemos morir, preferimos controlar tanto el tiempo como las condiciones en las que la muerte se advendrá. Las fuerzas primarias están organizadas en un orden para que dicho control pueda llamársele “riesgos de la salud” mientras que a la falta de control de tales riesgos de la salud está representada por las enfermedades y, ulteriormente, la muerte.

Estamos asumiendo por “enfermedad” la antítesis de la salud, entendiendo por ésta última expresión a la afección de salud per se y las lesiones corporales. Tanto la medicina preventiva como las precauciones tomadas contra la ocurrencia de accidentes pueden ser consideradas como actividades de control de los riesgos de la salud.

La Preocupación del Mundo Occidental

La herencia judeo-cristiana de la civilización occidental nos provee con un riguroso basamento moral de preocupación por el bienestar del individuo. Negar las raíces religiosas y morales de la preocupación por los peligros y los riesgos de la salud, no solamente sería históricamente inexacto, sino también, ciertamente de un gran desconocimiento del tema. De hecho, la industria del cuidado de la salud, como ejemplo en los Estados Unidos, todavía se encuentra fundada en sus arraigadas preocupaciones judeo-cristianas por el individuo.

El cuidado de la salud humana podría haberse mantenido efectivamente como una responsabilidad moral de no ser por las emergentes y crecientes presiones económicas. Después de todo, una de las virtudes de la preocupación moral es que ésta desconoce límites económicos algunos. Salvar la vida de un niño bajo dificultad o apremio puede atraer a los principales encabezados de los medios de comunicación y muy frecuentemente resultará en el gasto a veces fútil e inoportuno de cantidades ingentes de dinero. No se presenta alguien, empero, que levante un reclamo por haberse incurrido en semejante gasto exorbitante.

Nadie pretende ser insensible ante la vida humana. El siquiera pensar en establecerle un costo económico a la vida humana es abominable y detestable para las gentes del mundo occidental. Todo lo que podamos ver, tocar, oír, degustar y oler puede ser ulteriormente tarifado. Más allá de esto, aún la vida de una persona misma en cierta forma y en alguna medida, dentro de una subjetividad sopesada pero inequívocamente relativa, podría ser asimismo tarifada. De ese modo, parece que la preocupación históricamente moral, a partir de la cual los cuidados de salud brotaron, está en contraposición a la realidad del mundo económico en el cual ahora vivimos.

Esta oposición entre la moralidad y los preceptos económicos le ha presentado un dilema a aquellos responsables por dispensar la salud. En la medida que la tecnología médica progresa, la tarifa por sus productos y servicios también crece correlativa, exponencialmente y en valores reales. Es cierto que mientras el avance médico, particularmente en equipos electrónicos y, en especial, cibernéticos, alivia el sufrimiento humano y extiende la vida propiamente dicha, parece no haber una forma moral para medir la costo-efectividad de esos avances tecnológicos.

La Superestructura de la Moralidad

Dejar de reconocer el sutil desplazamiento, desde la moralidad hasta la economía en estas últimas décadas y especialmente en aquellas esferas responsabilizadas por la seguridad industrial, es insistir continuar avanzando por el camino de un filosofar moralístico que no tiene aplicabilidad práctica. Confiar casi exclusivamente en consignas y afiches de los medios de comunicación, simplistas y ofensivos a la inteligencia humana, continúa construyendo una superestructura moralística sobre los verdaderos cimientos y fundaciones de la moralidad. Azotar lo obvio en reuniones celebradas sobre la seguridad (medicina preventiva e higiene ocupacional), sólo porque se trata, otra vez, de esa “fecha rutinaria del mes”, y no, más bien, porque se refiera a alguna nueva y útil información que es importante develar y asimilar, no es actitud que contribuya con la reversión de la azarosidad de los riesgos de salud.

No hay medida posible que nos permita tomar una lectura de la efectividad de Superestructura del Moralismo, ni existe una herramienta para justificar los presupuestos que a ésta se le atribuyen. Aparte del precedente histórico, tampoco existe la racionalidad para mantener la continuidad de su existencia. La Superestructura del Moralismo, hace mucho involucrada con la seguridad ocupacional, se sostiene al borde de un colapso.

Agresión Legal

Ha surgido, en años recientes, un factor que adicionalmente se interpone con los conceptos de moralidad y economía. Éste se refiere a las leyes. En los inicios de la década de los sesenta, el concepto de responsabilidad de productos emergió, así como un corolario de responsabilidades legales atinentes a los servicios. Hoy por hoy, hay una explosión litigiosa que aliena a la sociedad estadounidense. El temor por los litigios derivados de la mal praxis médica ha conducido a facultativos y centros médico-hospitalarios, así como al personal de apoyo de éstos, a tomar decisiones económicas que de otra manera estarían injustificadas.

Obviamente, es en el precinto de los tribunales de ese país en donde se establece el costo de la vida humana, una por una. Los habilidosos abogados entretejen argumentos que se alejan de los puntos de vista relativos a la moralidad y la economía tras la búsqueda del botín que subyace a la vida de un ser humano.

Estamos, pues, en el centro de la organización de cuidados de salud. Después de verse en la disputa de estas tres fuerzas, la moralidad, la economía y la legalidad, no es de ninguna manera extraño observar que a los trabajadores de la salud se le encuentre agotados, amargados y cínicos. No parece que hubiere alguna expectativa de éxito para estos trabajadores. Si ellos mostraren un gran aprecio y preocupación por sus pacientes, o se irían a la quiebra o tendrían al gobierno acosándolos para que optimizaran los costos de salud. Luego, si los médicos asumen y ejecutan decisiones económicamente eficientes, a ellos se les atribuyen actitudes despiadadas y frías. Finalmente, no importa qué hagan, moral o económicamente, toda vez que ellos pueden ser demandados por las motivaciones más caprichosas en la gran mayoría de las veces.

La Plantilla de Los Resultados de la Moralidad

Los cimientos morales para el control de los riesgos de la salud se mantienen seguros y así debería ser. Esto se demuestra con los altos ideales y valores que nosotros mantenemos tan encarecidamente como que si tratare de la impronta de una gran civilización. Si la moralidad sirve bien como un cimiento, ¿por que no podría ser ésta la única herramienta de control de riesgos? Hay varias razones.

Primero, todos estamos de acuerdo con el argumento moral de que “…nadie debería ser una víctima de un riesgo de la salud…”. Con tan inobjetable consenso, ¿por qué todavía entonces hay víctimas de los riesgos de la salud? Porque este consenso no nos guía a conclusiones que indefectiblemente deberían referirse a los riesgos de la salud propiamente dichos. Queda ahí, de esta manera, una amplia brecha entre el consenso general y la acción específica que debe implementarse. Mientras tanto, los moralistas, equivocadamente, sienten que han triunfado tan pronto como reciben un 100% de respaldo por el citado argumento.

Los riesgos de la salud, desafortunadamente, continúan existiendo y amenazándonos en forma progresiva como siempre lo han hecho.

Segundo, ese decir desgastado y moralista de que “…la seguridad es o debe ser la preocupación de todos…” ha virtualmente garantizado que la seguridad no le concierna a persona alguna. Después de todo, si algo puede ser hecho por todo el mundo, esto, en principio, debe ser muy simple. Algo tan simple no parece ser importante.. Por consiguiente, nadie le presta atención al asunto.

Tercero, dentro de una gama de consideraciones relacionadas al punto previo, es muy difícil contratar personal altamente calificado en organizaciones de seguridad, debido a que la gerencia frecuentemente percibe al control de riesgo como algo que cualquiera puede hacer, toda vez que “…a todo el mundo le preocupa…”, refiriéndose a “la seguridad” y, en particular, a la aplicada a los riesgos de la salud. Mientras tanto, la complejidad de este mundo está cambiando rápidamente, introduciendo riesgos que se incrementan sutilmente en nuestras vidas, en su frecuencia, severidad y complejidad, y, por ende, requiriéndonos de un personal muy especializado y capaz que los controle.

Cuarto, éste quizás es el aspecto más importante, el cual se refiere a quienes toman decisiones no pueden asignarles recursos cónsonos con el argumento moral. Esta gente se frustra por un axioma que siempre está presente y es irrefutable, uno que ellos personalmente respaldan, juntamente con todos los demás, sin tener en sus mentes un recurso práctico de cómo resolverlo en forma objetiva.

Los gerentes, ya sea de circos, iglesias o corporaciones, solamente trabajan en tres dimensiones, tales como lo son el costo, el desempeño y los cronogramas. La moralidad debe ser traducida dentro de estas tres dimensiones antes de que el control del riesgo pase a formar parte integral del proceso gerencial.

Estrategia Sistémica Contra el Riesgo

El fracaso de la moralidad como un recurso para controlar los riesgos de la salud ha quedado establecido. Sin embargo, el reconocimiento de esta situación de fracaso ha estructurado un escenario o ambiente para la exitosa introducción y adaptación de la Metodología de Sistemas (“sistémica”), para abordar este serio desafío, como una herramienta de optimización para resolver las fuerzas conflictivas relativas a la moralidad, la economía y la legalidad.

La idea central de la Metodología de Sistemas (“sistémica”) es el concepto de observar todos los aspectos de una situación simultáneamente, en vez de hacerlo de manera separada o secuencialmente. Esto es a veces denominado “Pensamiento Holístico”. Mediante la implantación de esta herramienta, se procura superar la debilidad en la especialización, a través del reconocimiento de que el “todo” es más que la suma de sus partes y que las partes adquieren ciertas características particulares debido a su existencia en ese “todo”.

La alteración parcial en los cuidados de salud de un paciente inducirá al cambio, en diversos grados, en donde ese cuidado específico al paciente esté involucrado, ya que todas las facetas están inexorable e intrincadamente unidas entre sí.

Anteriormente, quedo establecido que el control de los riesgos de la salud tenía dos vertientes: La Medicina Preventiva y La Prevención de Accidentes. El primer criterio enfoca a la enfermedad y el segundo se refiere a las lesiones corporales por accidente. Obviamente, bajo los criterios de una Metodología de Sistemas y, para controlar una enfermedad o dolencia, tiene que abarcarse a ambas vertientes y hacerlo antes de la ocurrencia de la enfermedad o de la lesión inferida por el accidente ocupacional.

La implantación de la Metodología de Sistemas en este tipo de ambientes está ampliamente documentada por los colegios (gremios o asociaciones profesionales) americanos de administradores de hospitales. En esta aplicación en particular, la medicina preventiva no es abordada porque la misma está fuera del alcance del administrador del hospital o clínica. Sin embargo, en una aplicación industrial, a título de ilustración, la misma metodología podría y debe ser extendida para cubrir a la medicina preventiva como que si fuera la prevención de accidentes ocupacionales.

Una Palabra de Precaución

Una palabra de precaución en relación a la medicina preventiva debemos formular en este momento. Hay algunas razones por las cuales las aplicaciones de la Metodología de Sistemas, para la medicina preventiva, rezagaría a aquellas precauciones en relación con la prevención de accidentes per se, a saber:

1) Las causas de enfermedad son generalmente más sutiles. Por ejemplo, no se les puede identificar tan fácilmente como a las causas de accidentes.

2) Nuestra sociedad está mejor condicionada. Como ilustración, a través de un proceso de oposición que busca las causas de los accidentes, en vez de delinear las causas de la enfermedad, especialmente dentro de un entorno industrial.

3) Los accidentes que ocurren en el lugar de trabajo son observados como relacionados intrínsecamente al trabajo mientras que una enfermedad de un trabajador tiene menores probabilidades de ser vista de igual manera.

4) La mayoría de los gerentes estarían muy reticentes de aceptar la responsabilidad por las enfermedades de los empleados, fundamentalmente porque en su casi totalidad ellos no pueden imponer medidas de medicina preventiva en una forma tan rápida como podrían controlar los factores causantes de accidentes en el ambiente de trabajo. Antes de intentar la aplicación de la Metodología de Sistemas para la estrategia del control del riesgo de la salud, es crucial definir los conceptos de riesgo y peligro. En un ambiente típicamente industrial, un peligro es “…una condición, real o potencial, que puede generar lesiones o muerte al personal o daños a o pérdidas de propiedad material o reputación…”. Debido a que los riesgos de la salud son un sub-grupo de todos los riesgos, entonces la definición aplicará solamente para la porción concerniente a “lesiones corporales” y “muerte”.

El diseño de una Metodología de Sistemas para controlar los daños en la condición de la salud debería estar basado en la siguiente lógica:

Cada situación (por ejemplo: empresa, trabajo, proyecto, función, ubicación o sucursal) tiene riesgos de la salud.

Nadie jamás sabrá o podrá prevenir todo acerca de los riesgos de la salud a los que alguien está expuesto.

Los riesgos de la salud no son igualmente consecuenciales.

Todas las situaciones requieren de un balance o equilibrio entre el riesgo y el beneficio.

Los recursos para la identificación, la eliminación y/o el control de los riesgos de la salud son siempre limitados.

Siempre debemos procurar que todos los riesgos de la salud sean o eliminados o controlados en cada situación.

Se hace inmediatamente evidente que esta lógica requiere: [a] de que haya algún método o medio para localizar los riesgos realmente serios en una situación, y [b] que dichos riesgos serios sean eliminados o controlados. La clave para la resolución de estas dos premisas es el establecimiento de una estrategia sistémica para el control del riesgo.

Nunca debe haber dificultad alguna en garantizarle, a los gerentes, un respaldo desde la óptica moral: “…Nadie en esta situación debe afectarse por enfermedad, enfermedad propiamente dicha o dolencias como consecuencia de lesiones corporales…”. Sin embargo, los centros de decisión no tienen medios prácticos para gerenciar el argumento moral. Obviamente, ellos están de acuerdo con este enunciado, pero ¿cuánto deberían planificar los gerentes, dentro de un punto de vista presupuestario, en previsión de este argumento? ¿Cómo mide un administrador el desempeño en la satisfacción de este argumento? ¿Cómo podría hacerse para que el esfuerzo satisfaga al argumento?

Las dimensiones gerenciales, previamente mencionadas, costo, desempeño y cronogramas, surgen sin ninguna conexión con el argumento moral. Una brecha existe entre la moralidad y la gerencia. Un puente es necesario para convertir el alto y universal axioma dentro del lenguaje riguroso de la gerencia. La Metodología de Sistemas (“sistémica”) o el sistema estratégico para el control de los riesgos es ese puente.

Debe imaginarse que la gerencia se sienta en un banquillo de tres patas. Esas tres patas son el costo, el desempeño y el horario. Es un banquillo muy estable mientras que cada una de las patas del mismo soporten, simultáneamente, la carga correspondiente a cada una. Si la gerencia descuida una pata, independientemente de cuál de ellas se trate, el banquillo se hace inestable.

Si el control de los riesgos de la salud debe apartarse de las maravillas místicas de la moralidad y unirse a la gerencia metodológica, entonces las fuerzas de la moral deben ser traducidas a costo, desempeño y cronogramas. Cada una de estas tres patas es a continuación discutida en forma separada.

Tareas Definidas - La Pata del Desempeño

El primer elemento para cerrar la brecha entre la moralidad y la gerencia es una clara y contundente declaración sobre qué debe hacerse para eliminar o controlar los riesgos de la salud. Generalmente, hay un número de tareas, funciones, actividades o tipos de trabajos específicos que son desempeñados para alcanzar a este propósito.

Tomemos las cuatro tareas definidas de un centro médico-hospitalario de los Estados Unidos (aplicable a la realidad venezolana), a saber:

1.-- Reporte de Incidentes

Todos los incidentes, mal-funcionamientos, actividades y otros eventos peligrosos deben ser reportados, analizados y procesados en un formato el cual le permita visibilidad ante la gerencia. Tal sistema requiere: [a] del diseño de una forma de reporte o informe que óptimamente satisfaga los requerimientos diversos de todos los usuarios y los receptores de la información procesada, [b] que las instrucciones de los formatos sean idóneas para todas las partes que las contemplan, [c] el análisis de la data sin procesarla en los formatos de reporte, [d] la documentación de la data analizada para los propósitos del proceso de toma de decisiones administrativas, y [e] la capacidad de interpretar a la retroalimentación de la data analizada que debe ser sometida a la evaluación de las partes involucradas, tanto internas como externas, en el centro médico-hospitalario.

Continuar a la segunda parte: Artículos Setiembre Como publicar sus articulos

PROPIEDAD INTELECTUAL La propiedad intelectual es de la titularidad exclusiva de Andrés Eloy Agostini D., con expresa excepción de las citas mencionadas en el presente trabajo, mayoritariamente tomadas de las obras enumeradas en el aparte “Fuente Bibliográfica”. Todos los derechos reservados. Prohibido copiar, parcial o totalmente, a través de cualquier medio, electrónico o no, sin la previa autorización escrita y expresa del Autor. ESTE MATERIAL NO TIENE, NI TOTAL NI PARCIALMENTE, PROPÓSITOS DE LUCRO, EXPRESOS O NO, NI DIRECTA, NI INDIRECTAMENTE.

(*) El Autor es el Sr. Andrés Agostini, efectuó estudios parciales de ingeniería mecánica en Montreal, Canadá, quien es administrador con mención en "Gerencia de Seguros" y en “Carreras de Seguros”, graduado en los Estados Unidos, tiene 30 años de experiencia práctica, dedicada a la consultoría a importantes instituciones, así como a la investigación y desarrollo de nuevas prácticas gerenciales para procurar (i) la Innovación de Negocios, (ii) la Transformación Gerencial y (iii) la Gerencia Avanzada de Riesgos.

No comments: