¿QUÉ ES LA INNOVACIÓN?
Genéricamente hablando, la innovación tiene que ver con una, varias o una combinación de aplicaciones, no excluyente, de todo lo que sigue: (i) Imaginación, (ii) Creatividad, (iii) Ideas, (iv) Experiencias Prácticas y Teóricas (transformadas en habilidades, destrezas y pericias), (v) Centros de Investigación y Desarrollo y (vi) Centros de Innovación en Negocios y de Transformación Gerencial y Organizacional, entre otras consideraciones. Hoy, como nunca antes, hay un llamado a alinear y compilar todas estas aplicaciones para alcanzar el máximo potencial innovador, para resolver los grandes desafíos que el mundo encara.
Hay un ilustrativo pensamiento del Sr. Britt Mayo, Director de Tecnología de Información de la empresa Pennzoil (importante empresa petrolera de Norteamérica), que recoge el libro Business at the Speed of Thought Using a Digital Nervours System (en inglés, “Negocios a la Velocidad del Pensamiento Usando un Sistema Nervioso Digital”), de la autoría del Sr. Bill Gates, Presidente de Microsoft, que dice: “…Nosotros vemos a este montón de datos como un patrimonio, a partir del cual podemos derivar aprendizajes. Mientras más grande sea este ‘montón’, será mejor para usted…siempre y cuando usted mismo tenga las herramientas para analizarlo, sintetizarlo y, por consiguiente, permitiéndole (a usted) transformarse así mismo en alguien más creativo…”.
Con relación a empresas y otras organizaciones, extensible a la persona humana, es reveladora una reflexión del Dr. Michael Porter, Premio Nóbel, economista y profesor de la Escuela de Administración Comercial de la Universidad de Harvard, como él lo expresa en su libro On Competion (en inglés, “Acerca de la Competitividad”), quien relata lo siguiente: “…la compañía (o la persona), que exitosamente implanta una nueva o mejor manera de competir, es porque ésta (compañía, organización, persona) continúa (en sus actividades) con obstinada determinación, frecuentemente de cara al criticismo agrio y obstáculos graves. De hecho, para tener éxito, la innovación nos impone presión, necesidad e inclusive adversidad, quedando claro que el temor de pérdida frecuentemente es más poderoso que la esperanza de ganar…”.
La innovación es también, por consiguiente, un factor que fomenta el cambio. El cambio impulsa al riesgo (la dinámica interacción entre la posibilidad y la probabilidad que resulta o en pérdida o en ganancia). Veamos un ejemplo de la vida real, según lo relata el texto Differentiate or Die Survival in Our Era of Killer Competition (en inglés, “Diferénciese o Muera Sobreviviendo en Nuestra Era de Competencia Letal”), a cargo de los señores Jack Trout y Steve Rivkin. La máquina de afeitar de la Gillette, conocida como Mach 3 y reconocida por el público por su excelente funcionamiento, tuvo una inversión, previamente a la venta de la primera unidad, de US $ 750 millones, contando con treinta y cinco patentes.
La innovación no sólo trata de cuantiosas inversiones en la experimentación científica. También la innovación tiene mucho que ver (muy en boga hoy día) con probar con pequeñas, nuevas ideas, prontamente asumiendo muchos pequeños riesgos y de inmediato corrigiendo los errores que dimanan de la asunción de tales riesgos (juntamente con los resultados adversos) y, sobre todo, asimilando y documentando los aprendizajes derivados (lecciones aprendidas, registradas y aplicadas con tino y premura para evitar la obsolescencia de lo “aprendido”). Luego, deberá continuar, sin parar jamás, este mismo ciclo y el lector verá cómo en su mente sobreviene la “identificación de conocimientos novedosos” (cuanto menos, para él o ella y quienes los acompañan), que éste (quien lee este texto y realiza los pequeños experimentos aludidos) puede poner en ejecución en forma productiva.
Quien sistemáticamente establece precondiciones para procrear nuevas ideas que puedan ser trasegadas del descubrimiento a la práctica, estará abriendo puertas hacia el conocimiento nuevo. Esta práctica es como, al tenor de un ambiente controlado, el incumbente (quien está a cargo de estos pequeños experimentos) hace muchas pruebas de poca monta en su origen (input conocido), pero, con su metodización persistente y sostenida, logra develar nuevos conocimientos (output deseado) de relevancia que se verifican en su utilización productiva. En ello, hay una utilización concienzuda que fomenta el cambio (y, a veces, el caos ―rentable o no) para ver los respectivos comportamientos (por ejemplo, para mirar qué funciona bajo “x” condiciones y lo que no funciona bajo “y” circunstancias, dentro del contexto “z”).
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